Se toman las tensiones propias de un año electoral, se le suma una fuerte dosis de inflación, se rocía con el Impuesto a las Ganancias y se añaden las cinco partes en que está dividido el sindicalismo. Con estos componentes, l as paritarias 2013 se convertirán en un cóctel inquietante , difícil de digerir e imposible de enfriar por más hielo que se le agregue. Sobre todo porque existe otro ingrediente explosivo: la certeza de que ninguno de los sectores gremiales, ni los más oficialistas, aceptará el tope salarial que sugerirá el Gobierno, ubicado entre el 18 y el 20% , para evitar que se disparen algunas variables económicas.
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